El estudio se centra en la variedad Tempranillo, una de las uvas tintas más cultivada en España, y también en Extremadura, gracias al incremento en superficie que se ha producido desde la aplicación de las medidas de reestructuración del sector vitivinícola. Este trabajo sobre viñedos extremeños de regadío forma parte de una tesis doctoral, realizada en el Centro de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Extremadura (CICYTEX), por el investigador David Uriarte Hernández, en el que durante cuatro años ha evaluado la influencia que tienen diferentes estrategias de riego sobre la producción y la calidad de las uvas. El objetivo es compatibilizar una buena producción con un efecto positivo en la calidad del mosto, para mejorar la competitividad de las explotaciones.
Hay que recordar que en Extremadura, la introducción de variedades tintas, frente a las tradicionales blancas de la zona, fue acompañada por un conjunto de prácticas culturales novedosas, como los sistemas de conducción en espaldera y el riego. Esta adaptación tecnológica supuso un cambio drástico en la viticultura y enología extremeña. Si bien los sistemas más intensivos han incrementado de forma espectacular las producciones, existía la necesidad de profundizar en los efectos de estas nuevas prácticas sobre la calidad de la uva.
Además de los tratamientos de riego, las cepas fueron sometidas a diferentes niveles de carga de racimos, estableciendo el nivel de cosecha mediante aclareos de racimos en el envero, momento en el que se produce el cambio de tonalidad en uvas tintas. Como consecuencia de estos trabajos es posible establecer la estrategia de riego y el nivel de carga de racimos más adecuados en función del tipo de vino que se quiera producir, para las condiciones de cultivo de buena parte de las zonas vitivinícolas de Extremadura.
Según explica el investigador, David Uriarte, la falta de lluvia y las altas temperaturas en Extremadura en los meses de crecimiento y maduración de la uva (junio a septiembre) inciden negativamente en su composición, con una pérdida de acidez, lo que afecta al aroma y a la estabilidad al vino. Por otra parte, un exceso de riego puede provocar una reducción de compuestos fenólicos en la uva, responsable del color en las variedades tintas.
Este estudio, que forma parte de la tesis doctoral, defendida por David Uriarte en la Universidad de Extremadura, con calificación Matrícula de Honor Cum Laude, concluye que, aunque la producción del viñedo se incrementa al aumentar el agua aportada, hasta cubrir completamente las necesidades de agua del viñedo, no parece ser la estrategia más recomendable en el actual contexto de la agricultura, en el que se persigue una alta eficiencia en el uso de los recursos. En este trabajo se recoge que al reducir la dosis de riego a un 25% de las necesidades del cultivo, la diferencia de producción con el tratamiento más regado fue de un 21% menor, con un efecto positivo para la calidad del mosto, que tuvo unas características incluso mejores que las del secano, ya que incrementó la acidez, sin disminuir la concentración de azúcar y antocianos responsables del color del vino.